Biografía

Mi nombre es Andrés Maldonado, nacido en la población de Cabra en el centro de Andalucía, mi pasión por las armas de filo empezó desde muy pequeño, tal vez debido a las películas que veía sobre Conan el Bárbaro y el actor protagonista de apellido impronunciable, tal vez de ver a mi padre desde que era pequeño en la forja, no lo sé.

De pequeño siempre me gustó forjar mis propias espadas, las hacia con hierro, sin darle ni forma ni calor, ¡para mi cualquier cosa alargada era una espada! Por desgracia mi madre se cansó de que le rompiese el palo del recogedor y tuve que explorar nuevos materiales.

Fueron pasando los años y mi afición no disminuía, tampoco ayudaba el cine con su magnífica trilogía del señor de los anillos, que sin duda el trabajo meticuloso de todos los artistas y artesanos que participaron en esa saga, hizo mella en mí, más aún si cabe con mis 12 años de aquel entonces. Embelesado por esos diseños siempre que tenía un hueco iba a la forja de mi padre a investigar y practicar como mero hobbie.

Con los años estudie arte y mi mente se abrió en muchos aspectos hasta que termine mis estudios y decidí irme a la forja de mi padre para profundizar en eso que tanto me llamaba la atención como podía ser la herrería. Aprendí mucho sobre forja y construcción metálica, pero jamás olvidé mi pasión que era forjar acero.

Jamás en la vida pensé que tendria la oportunidad de dedicarme a aquello que tanto me apasionaba como podía ser la forja de armas de filo, para mi durante toda mi niñez y adolescencia era una fantasía, igual que las películas que veía, pero por casualidades de la vida, el trabajo escaseaba y tuve la idea de probar a hacer navajas de afeitar, iluso de mi pensé que será fácil. 

Fracasé en mi intento estrepitosamente debido a la falta de mercado y más aún, a mi completa y total inexperiencia con aquello, y falta de maquinaria.

No sé qué epifanía tuve que poco a poco comencé a hacer lo que siempre hacia desde que era niño y tenía un rato libre, hacer espadas, en este caso hice un cuchillo, y mis amigos y conocidos les gusto, aún estaba muy mejorable, pero seguí profundizando en los aceros y misterios de la forja, donde terminaron de cautivarme y llevarme a la más absoluta locura del acero de damasco.

Empecé a comprender que tal vez si no había trabajo podría hacer cuchillos y venderlos, y dejar de soñar en que un día tendría tiempo libre suficiente para hacerlos, y poder dedicarme a ello al 100%.

Hasta el día de hoy sigo aprendiendo, investigando y compaginándolo con las exhibiciones que hacemos en las ferias medievales, en las que forjamos en directo para transmitir la magia a todo aquel que quiera dejarse cautivar por el fuego.